lunes, 8 de octubre de 2007

DIARIO DE UN INTERNO



Agostó 3 de 2007 / 6:34am.

Me levante exaltado por la desesperante y persistente alarma de mi destartalado Nokia 1100 (el celular del pueblo).

El cuarto de Internos tenía el hedor de siempre, el de la orina rancia y estancada, de docenas de internos, potenciado por la hijueputa temperatura de asadero que reina allí todo el tiempo. Salté del incomodo camarote cuidando de no caer encima de la interna que dormía en la "antireflujo", por un momento temí despertarla, pero ella es un i1 y me dio igual. No se despertó.

Me coloqué los zapatos, el fonendo Littchiman al cuello y me incliné frente al lavamanos, me lavé la cara y la boca para no llegar legañoso y con halitosis al servicio -ese hijueputa servicio tan desordenado donde estoy- pensé con desaliento total. Cogí la sabana para devolvérsela a la petulante auxiliar de contrato que me la prestó a regañadientes y salí de "la oficina", listo para dar la misma e interminable pelea de todos los días: el ejercicio de la medicina como Médico Interno, en los tiempos donde importa más lo administrativo que lo clínico.

Ese posturno empezó con todos los problemas posibles, pues el paciente de la…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el articulo, saludos desde Colombia!